KOUROU (GUYANA FRANCESA) – Un cohete espacial quema cientos de toneladas de propulsor en pocos minutos y, aunque necesario, ciertamente no es un medio de transporte con impacto nulo sobre el medio ambiente. Sin embargo, las nuevas soluciones tecnológicas permiten reducir la contaminación y el consumo energético en muchas de las fases que componen las misiones espaciales. Para su nuevo lanzador Ariane 6, que está a punto de debutar en Kourou, Guayana Francesa, la Agencia Espacial Europea está llevando a cabo una serie de intervenciones originales y a menudo sin precedentes.
El primero se refiere al transporte de componentes de cohetes desde Europa a América del Sur. La travesía del Atlántico se realiza con el barco Canopée, el primer carguero con propulsión híbrida. El barco dispone de velas de alta tecnología, que se utilizan además de los motores. Aprovechando la fuerza del viento se puede reducir el consumo.
La rampa también cuenta con un sistema de reciclaje de agua, utilizada en grandes cantidades para reducir el ruido y enfriar las estructuras durante los lanzamientos. El sistema es capaz de recuperar muchas toneladas, que luego se pueden reutilizar la próxima vez. Durante la construcción, también intentamos reducir las emisiones tanto como fuera posible, mientras que la ubicación se eligió teniendo en cuenta también la necesidad de no perturbar las especies protegidas que viven en el área del puerto espacial.
El proyecto Hyguane, en el que además de la ESA participa la agencia espacial francesa CNES, se refiere a la producción de hidrógeno y oxígeno líquidos que actúan como propulsor de la etapa principal y de la etapa superior del Ariane 6. El objetivo es utilizar la energía solar para producir hidrógeno mediante agua hidrolizante. Según las estimaciones, esto podría reducir cinco veces las emisiones de dióxido de carbono durante el proceso.
Por último, durante el desarrollo de Ariane 6 también se prestó atención a la necesidad de limitar otra forma de contaminación: la de la órbita terrestre. La última etapa tiene un motor capaz de arrancar hasta cuatro veces. Esto permite, tras liberar la carga para ponerla en órbita, que una ignición vuelva a entrar en la atmósfera de forma controlada, evitando cualquier riesgo y posibles colisiones con satélites o desechos espaciales.